Tras las conclusiones aprobadas en la Reunión Extraordinaria del Consejo Europeo de los días 1 y 2 de octubre, hemos declarado que Turquía ha estado a favor de la desescalada y del diálogo y ha demostrado su buena fe respondiendo positivamente a los llamados en este sentido; y hemos asimismo subrayado que ahora esperábamos medidas recíprocas para lograr resultados concretos.

No es de extrañar que la UE, haciendo caso omiso una vez más de las tesis de Turquía con su habitual postura sentenciosa y fundada sobre prejuicios, identifique en la reunión de hoy la determinación de Turquía de defender tanto sus derechos como aquellos de los turcochipriotas como una “provocación”. El hecho de que la UE continúe con el discurso de las sanciones, en lugar de fomentar el diálogo, la reconciliación y un programa positivo incondicional, revela también que el alcance de sus objetivos y el lenguaje que utiliza están distantes de la sinceridad y la constructividad.

La UE debería centrarse en la solución de los problemas respetando los derechos de Turquía y de los turcochipriotas en la región con un orden del día de interés común y de un futuro común. Por lo tanto, debería dejar de rendirse incondicionalmente a las demandas irracionales y malcriadas de Grecia y la parte grecochipriota. Cabe señalar que el lenguaje de las amenazas nunca dará resultados en lo que respecta a Turquía. Esperamos que la Unión Europea haga recomendaciones concretas e imparciales orientadas a la solución, que sirvan a nuestros intereses comunes, en lugar de amenazar a Turquía.