Distinguido Senador Gutiérrez Limones,

Distinguidos representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, de la Policía Nacional y de la Guardia Civil,

Excelentísimo Sr. Musa Amer Odeh, Embajador de Palestina en España

Excelentísimo Sr. Ramiz Hasanov, Embajador de la República de Azerbaiyán en España,

Subdirector General Carlos Ruiz,

Señor Xuclà,

Teniente Coronel Martinez Moreno,

Distinguidos Colegas de las Embajadas de Portugal, el Estado de Qatar y Pakistan en España,

Estimados asistentes:

El dos de junio de mil novecientos setenta y ocho la mañana amaneció soleada en Madrid…

El ya retirado embajador Beşir Balcıoğlu había venido a la ciudad para visitar a su hermana Necla Kuneralp y a su cuñado, el Embajador de Turquía en España Zeki Kuneralp.

Era viernes.

Mientras el Embajador se dirigía a la oficina, su esposa y su cuñado subieron al coche.

Salieron de la Embajada, que se encontraba en la Calle Monte Esquinza, número 48 para ir al Museo del Prado.

Cuando se pusieron en marcha junto con nuestro estimado compañero Antonio Torres Olmeda, esta hermosa villa de Madrid no sabía que poco después unos terroristas asesinos la teñirían de sangre.

Las siete balas que elevaron a la esposa del embajador y a su hermano al martirio fueron disparadas en este mismo lugar en el que nos encontramos ahora.

A las diez y media, nuestro amigo Antonio Torres falleció en este punto junto con nuestros caídos, dejando atrás a una joven esposa y dos hijos pequeños.

Los tres asesinos abandonaron el Seat ochocientos cincuenta en la calle Rafael Calvo. Dentro del coche había una pistola Baretta, una de las armas del crimen.

Media hora después, uno de los asesinos llamó a la Agence France Press en Madrid. De esta forma, el mundo se enteró de que la organización terrorista armenia JCAG habían asumido la autoría del asesinato.

Según las fuentes de la época, el pueblo español había sido testigo del derramamiento de sangre turca y española. Era el primer ataque terrorista a una representación diplomática en España.

Tras la muerte de su querida esposa, el Embajador Kuneralp hizo la siguiente pregunta:

“Supongamos que todos los armenios hubieran sido unos corderos y que todos los turcos hubieran sido unos lobos en unos sucesos que se alega que ocurrieron en mil novecientos quince, pero que no están probados.

¿Es esta una razón suficiente para matar a mi esposa, que en aquel entonces todavía no había nacido?”

***

España, con quien nos une una profunda amistad, no dejó solo a nuestro país en este triste momento. En este sentido, el rey Juan Carlos concedió a título póstumo el lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica a la Señora Kuneralp tres días después de su asesinato.

El terrorismo es un crimen de lesa humanidad. La organización terrorista armenia ASALA cometió su primer atentado en mil novecientos setenta y tres, cuando asesinó al cónsul general de Los Ángeles, Mehmet Baydar, y al vicecónsul Bahadır Demir.

A partir de entonces continuó con una serie de asesinatos y ataques.

El terrorista es ciego. Este terror se extendió también a los niños.

Así, en otro atentado acabó con la vida de Neslihan Özmen. Tan solo tenía catorce años.

No debemos escuchar la narrativa de los que sienten odio. Y debemos oponernos al uso de la historia como un instrumento para perpetuarlo. Este es el objetivo del terrorismo.

Por eso, me gustaría dedicar unas palabras a quienes pontifican sobre este asunto con fines políticos: no se conviertan en la herramienta de los terroristas. No ayuden a perpetuar el odio.

***

Sabemos que el pueblo español entiende muy bien el dolor que provoca el terrorismo.

Las placas en diferentes puntos de esta hermosa ciudad dan testimonio del sufrimiento de este país aliado.

Como el pueblo turco, el pueblo español también ha vivido la crueldad del terrorismo.

Turcos, españoles, armenios, todos somos iguales ante la muerte.

Condenamos a todos los terroristas que han atentado brutalmente contra la humanidad para imponer sus ideas.

Estimados asistentes:

Un año más, con respeto conmemoro el fallecimiento del embajador Balcıoğlu, la Sra. Necla Kuneralp, y el Señor Torres, en el momento en que dieron su vida.

Me inclino con respeto ante el recuerdo de nuestros caídos y de todas las víctimas fallecidas como resultado del terrorismo en España y en el mundo.

¡No nos vamos a olvidar de vosotros!

Por ello, nuestro deseo es instalar un monumento en este lugar para mantener vivo el recuerdo de nuestros mártires fallecidos en Madrid.

En esta ceremonia compartimos el dolor de los familiares, que nunca se irá. Y deseamos que nadie vuelva a sentir este inmenso dolor.

Muchas gracias por su asistencia.